martes, 9 de junio de 2020

Importancia de la Clasificación Junior



El sistema de clasificación por colores junior es importante que se incluya en las bibliotecas escolares pues estos centros de información suelen tener estanterías abiertas a los usuarios para que ellos puedan realizar sus propias búsquedas por sí solos, sin embargo, puede ser un poco lento si no se toma en cuenta que su colocación lleva un orden establecido.
Además de que es una población joven que tiene dificultad para leer o no sabe del todo reconocer las palabras, por eso surgen una manera fácil de comunicarles lo que identifica cada temática de las colecciones. Por lo que el fin de esta clasificación dirigida especialmente para los niños es que sean sus propios protagonistas en satisfacer sus necesidades de información básicas, donde no necesiten de toda una intervención por parte del bibliotecólogo, sino que solo sea un apoyo.
Ubillo (2005) puntualiza muy bien este punto al expresar que:
El acercamiento al mundo del libro y la lectura es una experiencia vivencial, incluso para aquellos que aún no aprenden a leer ni escribir. En la biblioteca estos pequeños usuarios, incursionan por un mundo nuevo, en el que el bibliotecario es una guía y apoyo, permanente (p.1).
Por ello, es importante darles a conocer mediante una guía visual a los niños a que temática responde a cada color que visualizan en el lomo del libro, para que sepan cómo deben buscar mediante los colores.  Aunque su importancia no solo radica para los usuarios, también para el centro de información por si mismo, pues le otorga una facilidad visual al bibliotecólogo a la hora de atender consultas, el poder identificar con un solo vistazo a que área de conocimiento pertenecen los libros y a ordenarlos en un menor tiempo sin esfuerzo.
Sin embargo, estos planteamientos se remontan muchos años atrás siendo el primer autor en establecerlo en 1986 por Dewey Decimal Classification for School Libraries y de allí van surgiendo otros autores que se van identificándose bajo ideas similares que fueron modificándose, Petroccelli (2017) menciona que Dobra de Lesta en 1988 planteo clasificar obras infantiles en base a la distribución de la clasificación decimal Dewey, aunque cambiando que las obras infantiles se subclasificaran en 8c, 8f y así sucesivamente utilizando la primera letra que identifica ese género (p.4).
Mas tarde, Petroccelli (2017) menciona que Rueda en 1998 piensa, refiriéndose a los niveles de estudio, colocar adhesivos de colores: “donde el rojo representa nivel inicial, el azul - primer ciclo de Primaria, amarillo - segundo ciclo de Primaria y verde - tercer ciclo de Primaria (p.5)”. Sin embargo, es hasta el 2010 en el que se acerca más al código junior que conocemos, pues es Changas que dice el colocar etiquetas coloridas en los lomos de los libros, pero siguiendo un criterio muy específico siendo: “de acuerdo con el grado de dificultad de escritura, la cantidad de texto y/o dibujos contenidos, el tipo de fuente utilizada o el grado de profundidad en la presentación de los temas (p.6)”.
Y es tan solo un año después se habla del trabajo que realizo la Facultad de Letras de la Universidad Federal de Minas Gerais, muy similar a lo mencionado anteriormente, basado en las áreas del conocimiento de la clasificación decimal Dewey, pero utilizando matices de colores para diferencia documentos con información a primera vista similar. 

Referencia Bibliográfica
Ubillo, A. (2005). Clasificación por colores en bibliotecas para niños: Proponiendo el código junior en colores. Recuperado de http://eprints.rclis.org/7142/1/Clasificacion_por_Colores.pdf
Petroccelli, P. (2017). La organización del conocimiento en bibliotecas escolares uruguayanas. Recuperado de file:///C:/Users/jguat/AppData/Local/Packages/Microsoft.MicrosoftEdge_8wekyb3d8bbwe/TempState/Downloads/GT8-Petroccelli%20(1).pdf

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